Clásicos de la música II: Céline Dion.

Segunda entrega de la sección que abrimos, ha ya una semana, en Gran Música. Los clásicos de la música, el apartado en el que los mejores hitos de la música de todos los tiempos cantan con nosotros, cantan para nosotros.

Hoy, sin ir más lejos, un tema que, como oyente, siempre me pareció una delicia. Sobre todo porque me trae muy buenos, extraños pero buenos, recuerdos. Los viajes en coche con mi padre al volante, siempre repletos de canciones de Céline Dion en cintas de casetes –eran otros tiempos, y aunque ya había lectores de CD para los coches, un Renault 19 azul del año de la petanca no tenía privilegios como estos, así que nos conformábamos con rebobinar la cinta cada vez que queríamos oír de nuevo a Céline Dion o a otros por el estilo–. Nunca fui, en origen, un niño sensible –un niño, al fin y al cabo en aquella época, perdónenme la autobiografía, pero viene al cante–, pero canciones como ésta que os presento, que seguramente conozcan pero que, también seguramente, les hará temblar de emoción, me sacaban lágrimas y lágrimas, escalofríos, uno detrás de otro, e incluso alguna sonrisa de inmensa alegría cuando sabía que al escuchar esta canción íbamos rumbo a Cádiz a hacer una visita a la que hoy es su esposa. ¿Por qué la autobiografía, breve como la vida misma, pero al fin y al cabo, nota autobiográfica? Porque el título de la canción expresa perfectamente lo que ambos –mi padre y yo, que ya por entonces andaba enamoradizo, cuanto menos– sentíamos. El poder del amor, ése que tantas, tantas veces nos ha hecho escurrirnos entre los cinturones de seguridad de la felicidad y el optimismo, cuando el destinatario de una carta inocente de amor se atrevía a romperla en pedazos y no se dignaba siquiera a mirar al autor –yo–, cuando una enfermedad se llevaba de repente y sin avisar a una maravillosa mujer, separándola para siempre, y por el resto de sus días, de su marido –mi padre–; pero que tantas, otras tantas veces, nos ha hecho sentir el bombardeo dentro de nuestro cuerpo, dentro de nuestro corazón y en el fondo de nosotros. El poder del amor, ése increíble misterio que aún no ha resuelto el ser humano, y que, precisamente por eso, es increíble, es misterioso y es el hálito que nos hace vivir cada día, uno tras otro. Decía, pues, que gracias a esta canción me acuerdo de cada visita que hacíamos a mi actual madre. Por eso, entre muchos otros grandes motivos, esta canción es, al mismo tiempo que la voz que la entona con todo su arte, una delicia, digna de estar hoy en este segundo apartado de Los Clásicos de la Música.

The Power of Love, un tema de Céline Dion. La cantante, una voz estupenda, inigualable. La canción, una de las mejores que he escuchado en mi vida. Y la sensación al escucharla, ¿qué decir?, la misma que entonces, cuando contaba con diez añitos de trayectoria vital.

Como compositor, sueño con componer una canción parecida –porque igual es imposible, no me lo permitiría el respeto a la propiedad intelectual, ni la ley– a esta, pero para otra voz distinta, porque voces como la de Céline, pocas, muy pocas quedan.

Espero que la disfruten.

Céline Dion – The power of love

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=ee3iuhJaA6A&feature=related[/youtube]

Deja un comentario