Manuel de Falla – Noche en los jardines de España

Buenas tardes a todos. Estamos, una vez más, ante el artículo sobre música clásica de todos los fines de semana, que llega a destiempo pero ha llegado y con muy buena compañía. Manuel de Falla, el gran compositor gaditano, uno de los grandes genios de la música, es el que acompañará, con su preciosa obra para piano y orquesta Noche en los jardines de España, una obra marcada perfectamente con ese acento andaluz y ese carácter español tan propio de toda la música de su tiempo.

Se trata de una obra de una dificultad superior a muchas otras españolas, aunque posiblemente inferior a otras, evidentemente, pero con una música bastante buena, una composición muy bien hecha y un piano impresionante. La pianista se llama Silvia Navarrete, y aunque no la conozco puedo decir que tiene una disciplina bastante bien cultivada.

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Rachmaninoff – Concierto para piano nº 2

Buenos días a todos. Hoy, aunque es domingo, estoy aquí para hablar de la música clásica que se publica en este blog cada sábado: ayer tuve problemas con mi conexión a internet y no pude, por más que lo intenté, publicar este post aquí.

Para este fin de semana escogí, cuando hice, hace unos días, la lista de obras clásicas que se irían publicando en lo venidero, una obra a la que tengo mucho aprecio y que me gusta bastante. La primera vez que la escuché estaba en un examen de música en el instituto, lo recuerdo perfectamente, y el profesor dijo un título extraño y un nombre extraño, que nadie en la clase conocía, ni yo, que escuchaba música clásica. Pero más tarde me di cuenta de que este compositor era uno de mis preferidos, dentro del período romántico, y fue cuando empecé a buscar, una detrás de otra, todas sus obras. La pieza de la que hablo esta semana es un concierto para piano, en do menor, y es el segundo que escribió Sergei Rachmaninoff, de cuatro conciertos, a cada cual mejor, que tiene en todo su repertorio. Como curiosidad diré, aunque este no es el mejor momento, que el primer concierto para piano del compositor fue su primera obra, lo cual es increíble porque un concierto para piano y orquesta no lo escribe cualquiera, y menos uno con una calidad semejante.

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Ravel – Juegos de agua

Buenas noches. Hoy, después de algún tiempo sin hablar de esto, voy a iniciar de nuevo una “temporada” de esta serie de artículos dedicados de manera exclusiva a la música clásica. Las horas que ahora mismo corren, creo, son un momento bastante propicio para escuchar este tipo de música, algunos para relajarnos, otros simplemente para disfrutar del buen sonido de un piano y de unos acordes bien organizados con secuencias bien escritas, otros, en cambio, como utilizan muchos, para irse a la cama a dormir. Por mi parte, la mejor intención es la de hacer que la gente disfrute y escuche obras que no suelen ser demasiado escuchadas entre los oyentes de todo el mundo, ya que la música clásica, en general, cada vez se escucha menos, cada vez hay menos conciertos y cada vez hay menos músicos buenos.

Para reabrir esta sección, que seguirá abierta durante un buen tiempo (tengo obras anotadas para todas las semanas durante tres o cuatro meses), he seleccionado una de mis piezas favoritas de piano, muy difícil, por cierto, pero con un efecto impresionante en el oído, en el corazón de algunos. Se trata de la composición para piano titulada Jeux d’eau, juegos de agua, del compositor francés Maurice Ravel, impresionista, uno de los más importantes de principios del siglo XX.

Reconocido generalmente por el Bolero, una obra con una estructura similar en toda su forma, que va aumentando la intensidad hasta culminar en un fortísimo con tambores, el compositor francés marca en sus obras un conjunto de sensaciones que el oyente llega a percibir con la simple combinación de sonidos, sucesivos, perfectos. La obra que vamos a escuchar esta noche simboliza perfectamente el agua en perpetuo movimiento, como si alguien estuviese tirando piedras, agitando las manos mientras se dedica a sí mismo un baño de verano, provocando así que las ondas vayan y vengan de un lado a otro. Esto lo consigue utilizando permanentes arpegios, usando una melodía que sube y baja continua y constantemente, con un sonido fino, fortes inesperados y pianísimos repentinos que, al contrastar y hacer vibrar las cuerdas del arpa, emiten una sensación que pocos compositores logran hacer.

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Liszt – Mazzeppa

Buenas tardes. Volvemos a estar una semana más en nuestra sección de música clásica, vamos a cultivarnos un poco con los grandes compositores de la historia. Hoy nos toca hablar del gran Franz Liszt. Ya he hablado de él en algunas ocasiones en este blog y en esta misma categoría, pero es que es un compositor cuyas obras no se pueden dejar escapar, y es necesario dedicarle más de un comentario. Lo que hoy vamos a escuchar pertenece a sus Estudios de Ejecución Trascendental, y es, concretamente, el estudio número 4, más conocido como Mazzeppa. Es, quizás, una de las obras más difíciles que se han compuesto para el repertorio pianístico, la cual requiere una técnica extremadamente avanzada, al mismo tiempo que una mentalidad bastante clara y una visión de la música bastante abierta y formada para lograr una buena interpretación, como es la que nos ofrece en el vídeo que veremos el pianista Boris Berezovsky.

La obra en sí es de una lectura bastante difícil. Sólo la lectura ya supone un grave problema, así que imagínense la dificultad de su interpretación y de su ejecución. Es una obra de las que pueden hacer daño si no se tocan como es debido. Tiene, como es normal en la época de Franz Liszt, un carácter puramente romántico, con fuerte intensidad, con un sentimiento marcado por el compositor desde el primer hasta el último compás. Pero además de tener tanto material para impresionar en tan pocos minutos de música, tiene un fragmento más tranquilo que nos estabiliza, pues con tanta tensión no se podría aguantar la obra completa. Son seis minutos cargados de intensidad musical y emocional, con impresionantes saltos en el teclado, con grandes ataques difíciles de conseguir.

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Bach – Variaciones Goldberg

Vamos a hablar este fin de semana en nuestra sección de Música Clásica sobre uno de los grandes genios de la música, como ya hemos hablado otras veces, pero hoy con una obra especial. Se trata del gran Johann Sebastian Bach, el gran compositor del período barroco, y una de sus obras más reconocidas: las Variaciones Goldberg.

Terminada en 1742, las Variaciones Goldberg son una obra fundamental a los oídos de cualquier músico, pero sobre todo de cualquier pianista. Se trata de una composición formada por un tema principal, del cual se hacen después treinta variaciones diferentes, cada una con su carácter, unas fuertes, otras suaves, unas enérgicas, otras relajadas, unas con mayor velocidad y otras con menor velocidad. Todo esto hace de Bach, como siempre le sucedió con esta técnica, un verdadero maestro de la música. La técnica que utiliza, supongo que la saben por las veces que se habrán citado a lo largo de nuestros comentarios, se llama contrapunto. Consiste éste, explico muy brevemente, en contraponer melodías diferentes siguiendo un mismo esquema, con diferentes voces, cada una de las cuales habla por sí sola. De esa manera, podemos encontrar obras de tres, cuatro, cinco, seis voces que hablan cada una por su cuenta, lo que hace que la interpretación de la música barroca sea bastante difícil a estas alturas, porque para destacar el tema principal en la voz que le corresponde hace falta verdadera técnica pianística. También utiliza Bach, como ya he dicho arriba, un tema principal que puede estar en boca de cualquiera de las voces, y eso es lo realmente difícil de su interpretación, buscar el modo de que la voz que lleva el tema principal y que está cantándolo en ese momento suene más que la voz que lleva un contrapunto de acompañamiento. Este sistema se puede apreciar muy bien en las fugas. Por ejemplo, en la ya citada en otro artículo Toccata y Fuga en Re menor para órgano.

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Manuel de Falla – La danza del fuego

Como prometí esta mañana, aquí estamos de nuevo hablando de música clásica, con un tema muy especial. Hace tiempo que no hablamos de música clásica española, como las grandes obras de Albéniz o Enrique Granados. En este caso, ninguno de éstos van a ser los que se puedan sentir orgullosos de que hablemos de su música, sino otro compositor aún más especial para nosotros –para los míos al menos, que somos gaditanos–, un compositor que siempre estuvo bien dotado para la música, desde pequeño. Ya componía desde muy jovencito, aunque cuando llegó a su época de mayor madurez, cuando compuso las grandes obras que quedaron en la memoria de todos, se deshizo de las obras que había compuesto en un impulso de su juventud más temprana. Hablo del músico, compositor y, sin embargo, artista don Manuel de Falla.

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Beethoven – Appassionata

Vamos a dedicar el artículo de esta semana de música clásica a una verdadera obra maestra. Vamos a hablar de una sonata que compuso uno de los grandes compositores de toda la historia: Beethoven. Se trata de la sonata para piano número 23 en fa menor, opus 57, más conocida como la Appassionata. Es, para … Leer más

Prokofiev – Sugestión diabólica

De nuevo nos volvemos a ver, o mejor dicho, a leer en los artículos del sábado en Gran Música. Hoy, como todos los sábados, toca hablar de música clásica –con el matiz que ya expliqué en artículos anteriores sobre la designación de música clásica–. Para el artículo de este sábado he decidido escoger una obra bastante curiosa y muy, pero que muy difícil. Se trata, como ya anuncia el título, de la Sugestión diabólica del compositor contemporáneo Sergei Porkofiev.

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Fréderick Chopin – Fantasía impromptu

De nuevo nos vemos en sábado, y por ello, toca hablar de música clásica. El otro día, buscando vídeos de piano en internet, en ese fabuloso mundo que se llama youtube, me topé con un vídeo que no podía dejar de exponer hoy aquí. Sabrán los lectores, no más que por mis artículos de música clásica y mis comentarios acerca del tema, que el compositor que más me gusta y que siempre me ha gustado más que los demás, es Fréderick Chopin, por encima de todo el mundo romántico, y más que Mozart y Beethoven, y más que Bach. Siempre Federico, siempre sus nocturnos, siempre sus baladas, siempre los bajos de sus obras, siempre la dificultad de éstas, siempre él. Es por esto que, quizá –no llevo la cuenta–, haya más recomendaciones dentro de la sección de música clásica de obras de Chopin. Ya dije en un artículo anterior que hablar de música clásica estaría mal aquí, porque precisamente del que hablamos hoy es romántico, y no clásico –el clásico era Mozart, también por encima de todos, y Beethoven estaba aparte–. Pero tampoco podrán decirme que, aunque para gustos no haya matices, la música de Chopin sea mala. Así que, por mi gusto propio y porque mucha, mucha gente a la que le he tocado un nocturno de Chopin ha quedado muy contenta, he decidido hablarles de esta obra.

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